El éxito del proceso de reciclaje siempre depende de cada uno de nosotros y de nuestra capacidad de valorar la importancia de los pequeños gestos. También es importante saber qué debemos situar en el contenedor amarillo y qué no, pues todo aquello que no pertenezca a este contenedor entorpece y dificulta el proceso de selección posterior.
Debemos tener en cuenta que los envases que van al contenedor amarillo son siempre de plástico, latas y briks, lo que no significa que se pueda desechar en él todo tipo de plásticos. Los juguetes, los tuppers, los cepillos de dientes, los cubos, las cajas de CD y DVD o los bolígrafos, aunque sean de plástico, no son envases, por lo que no deben tirarse al contenedor amarillo. Así como los tarros de barro o los vasos y las tarrinas de papel tampoco lo son.
Muy importante es tener en cuenta también que las cápsulas de café, hechas de aluminio, deben ser desechadas en el contenedor gris o en puntos de recogida específicos, pero nunca en los contenedores amarillos como si fueran un envase, porque no lo son.
Gracias al ciclo del reciclaje se consigue reutilizar los materiales, de manera que se reducen los vertederos, se disminuyen las emisiones de CO2, se ahorra agua y energía, se favorece la salud del planeta y además se crea empleo verde.
Para que todo esto sea posible en España los ciudadanos tienen a su disposición 659.628 contenedores amarillos y azules. En 2019 se consiguieron reciclar 1.505.661 toneladas de envases domésticos, –según Ecoembes, la organización medioambiental que coordina el reciclaje de estos residuos–, de los cuales 616.736 fueron envases de plástico. Gracias al proceso de separación que realizamos en casa, conseguimos ahorrar 1.5 millones de toneladas en materias primas, 1.67 millones de toneladas de CO2, 6.36 millones de toneladas en MWH del gasto de energía y 20.74 millones de m3 de agua ahorrados.