A cualquier nivel, personal, familiar o empresarial, el ser más eficientes y respetuosos en nuestro día a día pasa por un ‘cambio de chip’. Ese es, desde nuestra experiencia, el primer paso. Y con la energía puesta en ese objetivo, todo empieza a fluir.
Por aquí, en Vicente Peris, el cambio de chip llegó hace muchos años y poco a poco hemos ido introduciendo mejoras en distintos niveles. Al principio lo hacíamos de manera interna, como parte de los procesos de mejora que considerábamos coherentes. Hace unos años esto se profesionalizó del todo como la incorporación de la norma de gestión medioambiental ISO 14001.
La última de las mejoras de eficiencia implementadas y que está marcando la diferencia ha sido la instalación de placas fotovoltaicas en la planta de IV gama, lo que nos permiten ser autosuficientes en un porcentaje de la generación de energía. Apenas en un año, hemos conseguido ahorrar más de un 16% de luz.
Eso solo gracias a la instalación fotovoltaica. Porque el cambio de chip y la formación en eficiencia a nuestro equipo, también nos ha llevado a un uso más responsable de la luz, lo que nos ha permitido ahorrar un 3,21% más. En total, en 2022 hemos conseguido un 19,21% de ahorro de luz con respecto al año anterior.
El agua también está en nuestro punto de mira. En Peris, al ser una empresa comercializadora de frutas y verduras, se consume bastante agua en el proceso de lavado de las piezas cuando llegan del campo. En esta fase también hemos incorporado mejoras. Hemos cambiado las boquillas de las máquinas de lavado y ahora, lavando incluso mejor la fruta y verdura, el consumo de agua es menor. Concretamente, en 2022 ahorramos un 4,27% de agua con respecto a 2021.
Como veis, mucha parte de la eficiencia pasa por invertir primero, de manera que ciertos pasos, siendo realistas, se han de dar poco a poco.
La eficiencia en pequeñas dosis, cambios en procesos diarios
Hay otros pasos que simplemente suponen un cambio en la manera de hacer las cosas. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con el reciclaje.
Reciclar en una empresa es casi igual que si lo hicieras en casa, pero a una escala un poco mayor.
En la empresa hay mucha más gente que en un núcleo familiar a los que concienciar de, por ejemplo, la segregación de residuos, de ahí las formaciones constantes a nuestro equipo.
Nosotros generamos principalmente papel, cartón, madera y plástico, fruto de nuestro proceso de trabajo. Cada uno de estos materiales, una vez han cumplido su labor y ya no van a tener más uso, se separan para su correcto reciclaje. Este paso se completa con la visita periódica de gestores autorizados que recogen todos esos residuos y se los llevan, perfectamente separados, para tratarlos y darles una nueva vida.
Por nuestra actividad, al procesar frutas y verduras, también generamos residuos orgánicos, que en un porcentaje pasan a una segunda fase de revalorización. Aquí van algunos ejemplos.
Semillas de melón y calabaza para proyectos de investigación
Cuando pelamos y troceamos melones y calabazas, las semillas las desechamos. Pero en ellas hay mucha riqueza todavía, ya que los aceites que se extraen de ellas sirven de ingrediente para sustituir grasas saturadas en la elaboración de otros alimentos.
Esto lo saben bien en la Universidad de Castilla-La Mancha, con quienes colaboramos desde hace un par de años haciéndoles llegar estas semillas. Ellos extraen su aceite y con él elaboran productos cárnicos (hamburguesas, fuets, chorizo…) y también repostería, como los famosos Miguelitos de La Roda.
Con la eliminación de parte de la grasa saturada que se emplea para producir estos alimentos y la sustitución por este aceite vegetal lleno de propiedades, estos productos se convierten en más saludables. Es lo que se conoce como ‘alimentos funcionales’.
Estos trabajos de investigación son necesarios para un segundo paso que es vital: salir del laboratorio y pasar a la empresa. De esta manera, se logra que lleguen al mercado productos más saludables, algo que beneficia al consumidor final y que, a la vez, dota de valor a ingredientes como las semillas, que sin este avance acabarían en la basura.
De hecho, también colaboramos con empresas que ya están creando alimentos en cuyos ingredientes se encuentra el aceite extraído de las semillas de melón.
Cortezas de fruta y verduras para ganaderos locales
Otra de las líneas de trabajo que tenemos es la colaboración con una ganadería cercana a la que proveemos de restos de frutas y verdura que eliminamos en el proceso de IV gama. De normal, acabarían en la basura, pero gracias a ‘nuestro chip’ que nos hace buscar soluciones para ser más eficientes, terminan en el estómago de vacas. Nutriéndolas de manera natural y saludable.
Además, seleccionamos lo que enviamos. No todo vale, como por ejemplo las coronas de las piñas, que pueden provocar atragantamientos. Así que ciertas partes las retiramos y solo les llegan aquellas que van a sumar valor en su alimentación.
Envases de un único uso, sostenibles y responsables
Hay otra fase donde trabajamos la eficiencia en Vicente Peris, y es en la elección de materiales donde servimos nuestros productos.
Plástico de un solo uso, reciclado y reciclable
Nuestras frutas de IV gama se sirven en envases de plástico de un solo uso. A día de hoy es imposible hacerlo de otra manera. No obstante, los envases con los que trabajamos en Peris son los más sostenibles que se pueden encontrar ahora mismo.
Son 100% reciclables, por ello es muy importante que el consumidor los deposite en un contenedor amarillo tras su uso, algo que indicamos en los propios envases. Y por otra parte, están fabricados con un 70% de plástico reciclado, que es el máximo que podemos permitirnos para cumplir con la seguridad alimentaria, esencial en nuestra actividad.
Cajas de cartón con tintas al agua
Tanto en IV gama como en I gama utilizamos cajas de cartón para servir nuestros productos. Esas cajas cuentan con el certificado FSC, lo que nos asegura que están fabricadas con una mezcla de materiales procedentes de bosques certificados, materiales reciclados y/o madera controlada por los estándares de esta certificación.
Las cajas son en un amplio porcentaje recicladas, lo máximo que podemos y que nos permite, a la vez, que sean durables y puedan cumplir su labor de transportar la mercancía sin romperse.
El papel proviene de fuentes responsables y las tintas que utilizamos para la impresión son al agua, lo que también las convierten en más sostenibles.
Cuando las cajas de cartón han cumplido su ciclo vital con nosotros, las hacemos llegar a otras empresas para las que todavía son válidas y que alargan un poco más su vida útil. Y si ya no pueden dar más de sí, pasan a la fase de reciclaje.
Sabernos una empresa cada vez más eficiente es algo que nos gusta mucho. Ver cómo los cambios que introducimos se integran en el día a día y funcionan, resulta gratificante.
Que queda camino por delante, ¡lo sabemos! Este mundo aún necesita mucha eficiencia y ‘cambios de chip’ por parte de todos para poder enfrentarse a los retos medioambientales que tenemos por delante. Y aquí, en Vicente Peris, vamos a seguir contribuyendo a ello.